domingo, 20 de marzo de 2022

Einstein y el católico Pedro Zuloaga

 

Científico, filósofo, artista y cofundador del PAN

Pedro Zuloaga (1891-1954)

Francisco Javier Vázquez Ortega
Bernardo López Ríos *

* Católico, Apostólico y Romano, fiel a las enseñanzas de Su Santidad el Papa Francisco, de Su Santidad Benedicto XVI, Papa Emérito, del Concilio Vaticano II y del Magisterio de la Iglesia Católica

Te doy gracias mi Dios, Creador nuestro, porque me has dejado contemplar la belleza de tu creación, y me alegro por las obras de tus manos. Mira, he concluido la obra a la que me sentía llamado, y he hecho fructificar el talento que tú me has dado. He anunciado a los hombres el esplendor de tus obras: en la medida en que mi limitado espíritu las haya podido comprender, los hombres leerán aquí las pruebas de estas obras.
Johannes Kepler, "Armonía Cósmica"

El panista que se carteaba con Albert Einstein


El miércoles 8 de febrero del año 2006, la Dirección de Formación y Capacitación Política de la Secretaría Nacional de Doctrina y Formación llevó a cabo un interesante panel sobre “Pedro Zuloaga: destacado científico y cofundador del PAN”, en el que participaron: 

Jorge Cantú, físico y matemático con especialidad en física cuántica y maestría en física-biología; Francisco Javier Vázquez, ingeniero civil con estudios de geología, quien en la reciente edición de la revista Palabra de Acción Nacional publica una amplia biografía de don Pedro; Julio Faesler, quien tuvo la fortuna de conocer personalmente a Pedro Zuloaga, y Bernardo López Ríos, coorganizador del panel y editor de Palabra, revista doctrinal e ideológica del Partido Acción Nacional.

En el evento se recordó que don Pedro Zuloaga Irigoiti fue miembro fundador de Acción Nacional y colaborador distinguidísimo de la revista La Nación, a quien a sus actividades como filólogo y como físico (fue miembro de diversas sociedades científicas en México y en el extranjero), 

se agregaron siempre una extraordinaria sensibilidad estética – estudió teoría de la música, composición y orquestación, fue en su juventud un buen pianista y en sus escritos se revelan grandes cualidades literarias -, 

una honda y constante preocupación filosófica, una sólida fe religiosa y un sentido social y cívico al servicio del cual puso siempre su preparación, su generosidad y su capacidad ejemplares.

El físico Jorge Cantú señaló que don Pedro fue “un cerebro” que sí se quedó en México, cuyo gran valor consiste en lo “completo” que era; por eso estaba en el PAN y por eso fue uno de sus fundadores, Partido en el que requerimos personas humanas muy completas que de veras se preocupen por el ser humano.

El ingeniero Francisco Javier Vázquez apuntó que Pedro Zuloaga se anticipó a Stephen Hawking, el renombrado científico del siglo XXI, heredero de la cátedra de Newton y autor de la conocida “Historia del tiempo”.

Por su parte el ex diputado y ex embajador de México en la India, Julio Faesler, dijo:

"El entusiasmo de encontrar repentinamente la invitación de Bernardo para participar en el panel sobre Pedro Zuloaga me hizo ver que este insigne chihuahuense estaba recibiendo un merecido reconocimiento por parte de todos Ustedes y no quise faltar.

"El hecho de haber coincidido muy brevemente, unos cuantos años, con don Pedro Zuloaga cuando yo estudiaba en Chihuahua la preparatoria, a fines de los años cuarenta, me resultaba un privilegio, pues se trataba de una de las figuras más respetables e inspiradoras para un joven en mi circunstancia. 

"Inspiradora porque ya en Chihuahua era sumamente reconocido el hecho de que Pedro Zuloaga era un científico de nota, era un humanista, era un artista y era una persona comprometida muy profundamente con el avance de su país.

"Los cuarentas eran para mí los años en que el PAN nacía y era para mí una inspiración tan intensa al asistir a las reuniones allí en la calle Victoria donde unos cuantos iluminados se reunían a hablar de que México tenía que salir de la oscuridad, del abuso estatal. 

"Es el México recién salido de turbulencias muy intensas, no sólo políticas sino también religiosas y es el momento en el que se necesitaban figuras que dieran rumbo, que dieran señal, que dijeran por dónde había que ir y don Pedro tenía la autoridad científica y académica para poder dar un mensaje humanista.

"No era (según lo recuerdo yo, lo traté dos veces), una persona de grandes ostentaciones oratorias, por el contrario, siempre me dejó la impresión de que era una persona de una gran sencillez y modestia, 

"huyendo del reflector, huyendo de lo que pudiera ser llamativo, hombre más bien de pluma, persona que se expresaba a través de sus escritos, más que de su palabra dicha.

"En la Quinta Zuloaga se reunían personas de la intelectualidad chihuahuense con la  vieja familia. 

"Tenía entonces este timbre adicional de una familia que hondamente estaba enraizada a la historia de Chihuahua. 

"Había conocido él personalmente y por sus padres y abuelos lo que era el desarrollo de un Estado que venía siendo tan importante dentro de la historia del país, antes de la Revolución de 1910.

"Físico, como aquí lo han descrito Jorge y Francisco Javier, pues que entienden mucho mejor que yo, las aportaciones de don Pedro.

"Sabíamos que se carteaba con Albert Einstein, sabíamos que penetraba esos rincones tan abstrusos de las teorías que se elaboraban y se desarrollaban.

"Don Pedro nos iluminó a tantos (con sus escritos locales  y de la prensa nacional), y el hecho de que el PAN nacía con este empuje y esta claridad de visión, inspirado desde luego, con lo que son nuestras convicciones cristianas, 

"pero vinculando estas convicciones (no sé si estarán de acuerdo, quizá no, o quizá sí), con algo que  trataba de realizar el jesuita Theilard de Chardin: unido a la filosofía para ascender luego, incluso a conceptos prácticamente teológicos que el Padre Theilard de Chardin expuso en su momento. 

"Además de ser de la talla de los físicos que aquí se han mencionado, yo creo que don Pedro era de la talla de Theilard de Chardin y era tan innovador como pudiera haber sido la más ilustre de las personas que tomaban en cuenta estos elementos.

"Consideramos entonces que arte, física, ciencia, música, filosofía, política, esté dando la descripción de uno de los pocos hombres universales que pudiéramos contemplar en nuestro México y esto resulta entonces muy inspirador para nosotros pues también allá en Chihuahua nace y existe una persona de talla mundial. 

"Es el caso de muchos sabios en el mundo que no los encontramos habitando las capitales y las grandes ciudades, los encontramos gozando de la tranquilidad, la paz y el respeto de su comunidad. Esa paz, esa comunidad que ellos quisieron ampliar a todo el país que tanto quisieron. ¡Felicidades y muchas gracias por esta iniciativa!".

Introducción


El 5 de marzo de 1954 murió en la ciudad de Chihuahua, después de una larga enfermedad, don Pedro Zuloaga Irigoiti, pensador destacadísimo, excelente escritor, hombre de ciencia, ciudadano cabal y cristiano ejemplar.

Nacido en la propia ciudad de Chihuahua el 10 de noviembre de 1891, después de sus primeros estudios allá y de dos años de escuela en los Estados Unidos, ingresó a un colegio en Suiza, para pasar luego a la Universidad de München en donde estudió especialmente Ciencias Físicas y Matemáticas así como Filología.

En las dos ramas alcanzó muy grande distinción y, aun cuando la vida lo llevó por otros caminos y no por el de la investigación y enseñanza sistemática, continuó sin interrupción sus estudios, se mantuvo al tanto de todos los desenvolvimientos en esas ciencias y 

fue un admirable expositor de los nuevos adelantos en ellas logrados, anticipándose muchas veces a las conclusiones alcanzadas en las investigaciones sistemáticas y demostrando una admirable capacidad para hacer síntesis superiores.

A sus actividades como Filólogo y como Físico, se agregaron siempre una extraordinaria sensibilidad estética – estudió también teoría de la música, así como composición y orquestación, fue en su juventud un buen pianista y en sus escritos se revelan bien grandes cualidades literarias -, 

una honda y constante preocupación filosófica, una sólida fe religiosa y un sentido social y cívico al servicio del cual puso siempre su preparación, su generosidad y su capacidad ejemplares.

Zuloaga  fue investigador asociado en el laboratorio de física experimental de Albert Einstein.

A la salida de Einstein de Alemania, Zuloaga rescató las bitácoras de las pruebas-validaciones de laboratorio realizadas por Einstein, llevándolas consigo para evitar que el régimen nazi desarrollara la bomba atómica.   

Dichas bitácoras fueron entregadas por Zuloaga al propio Einstein en el verano de 1938 en la ciudad de Nueva York.

Al respecto, llaman la atención tres artículos publicados por Zuloaga en La Nación: Una noticia de sumo interés: una posible bomba atómica (La Nación, No. 119, 22 de enero de 1944); El proceso de la bomba atómica (La Nación, No. 201, 18 de agosto de 1945) y Repercusiones de la Bomba Atómica (La Nación, No. 221, 5 de enero de 1946).

Es famosa la polémica que sostuvo con Manuel Sandoval Vallarta en el seno de la Sociedad Científica Antonio Alzate-Academia Nacional de Ciencias sobre el subjetivismo de Eddington, la cual mereció varias réplicas y contrarréplicas de ambos personajes en las revistas Lectura y Ciencia.3

Su bibliografía es muy extensa, pues colaboró en numerosas revistas técnicas, universitarias y de lucha cívica, así como en diversos diarios y además de numerosas traducciones insuperables, publicó varios libros muy importantes, dejando sin concluir, por su enfermedad, otras obras que tenía proyectadas.

Autor de obras como “La bancarrota del materialismo en la ciencia” (1938); “La fuerza atómica. Historia del hallazgo y enjaezamiento de la energía nuclear” (Jus, 1945) y “Cosmos y destino del hombre”, su obra maestra, publicada en 1933.

Fue miembro de diversas sociedades científicas en México y en el extranjero; fue también catedrático en la Escuela Normal, en el Instituto Regional y en el Científico y Literario de Chihuahua, así como en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Colaboró como investigador en la Facultad de Ciencias de la propia Universidad Nacional y en la Comisión Impulsora y Coordinadora de la Investigación Científica.

Tradujo, en compañía de Carlos Palomar, el famoso reporte El Seguro Social y sus servicios conexos, de Sir William Beveridge (edición española autorizada por el autor, editorial JUS, 1946).

Fue miembro fundador de Acción Nacional y colaborador distinguidísimo de la revista La Nación.

A todas las altas cualidades tan someramente mencionadas, en don Pedro se sumaba un conjunto de dotes humanas de cordialidad, ternura y sencillez, que hacían su trato conmovedor, estimulante y gratísimo para quienes fueron honrados con su amistad y su enseñanza.

Entre la variedad de temas publicados en La Nación, el Órgano Oficial del PAN, pueden destacarse:

Dos concepciones del espacio; El peritoneoscopio; Ecos del Congreso de Astrofísica; Anteojos dióptricos y catóptricos; Las consecuencias fisiológicas del vuelo en picada; Nuevos estudios sismológicos y geofísicos; El problema de las zonas áridas; 

La desintegración del átomo; La medicina del futuro; El estado actual de la televisión; Las profundidades del mar; Einstein y Newton frente a frente; Fe y realidad; El “misterio” de sismos y volcanes; Los viajes interplanetarios; 

El volcán “Paricutín” aleja las grandes sequías; El secreto de los nuevos torpedos alemanes; El sentido del gusto y la alimentación; Lenguas que habla el mundo; 

La domesticación de los microorganismos; La música en el trabajo industrial; Metafísica de la masa; Cuándo nació el mundo; El mundo físico y el espiritual; La cuarta dimensión; Minerales de México; El subsuelo del Distrito Federal; Filosofía y Física; 

El problema agrario de México; Usos del microscopio electrónico; La deforestación; Repercusiones de la bomba atómica; El uranio en México; El tsunami atómico; Una posible causa de cáncer; etc.

En abril de 1942, nos refiere algunos temas del Congreso de Astrofísica, celebrado en Puebla y en la Ciudad de México en febrero del mismo año.


Testimonio sobre la personalidad de 
don Pedro Zuloaga

Mónica García Luján, sobrina de don Pedro Zuloaga, me entregó una valiosa fotocopia que conservaba (aunque sin fuente ni fecha) de un artículo de periódico escrito por Gregorio F. Prieto Cuilty, compadre de don Pedro, intitulado “Don Pedro Zuloaga ha muerto”:

“El día 5 de los corrientes (5 de marzo de 1954) en la Quinta de Santa Elena, en Chihuahua, casa solariega de su familia, murió, en donde había nacido el 10 de noviembre de 1891, el ilustre sabio físico matemático don Pedro Zuloaga.

“Decir que fue un sabio en esas actividades es casi no decir nada, pues el genio polifacético del desaparecido abarcaba todas las ramas del saber humano.

“Pedro nació, como queda dicho, en la ciudad de Chihuahua, siendo sus padres don Carlos Zuloaga y la señora doña Felícitas Hirigoity, ambos descendientes de vascos, el uno de españoles y la otra de franceses.

“Sus primeras enseñanzas las recibió en el hogar de profesores particulares, algunos sacerdotes católicos, pues a esta fe pertenecía la familia desde remotas generaciones,

“fe conservada hasta el presente y que en Pedro no sufrió jamás merma alguna y que los vastos conocimientos que atesoró sólo sirvieron para reafirmarla;

“pues es difícil que abunden los hombres que, a la edad en que murió Zuloaga, hayan acumulado un acervo cultural tan extenso como él poseía.

Políglota consumado, lo mismo se expresaba en griego y en latín que en inglés, alemán o francés, y otras lenguas que dominaba, aunque en menor escala que las ya citadas.

“En 1907 ingresó en la academia militar de Culvert City, California, Estados Unidos y al siguiente año concurrió a la Preparatoria de Exeter, Massachusetts.

“Posteriormente marchó a Europa matriculándose en la prestigiada Universidad de Munich, Alemania, a la que asistió por tres años, recibiendo enseñanzas de tan doctos maestros como el viejo Sommerfeld, uno de los creadores de la moderna física, donde seguramente nació su amor por esta disciplina, de la que llegó a ser destacadísimo exponente.

“En la Universidad bávara, obtuvo el título de bachiller en filología, único título universitario que ostentaba, como modestamente me lo refirió en innúmeras ocasiones, aunque por su profundo saber y su insaciable sed de cultura, bien pudo, en justicia, ser doctor de las más renombradas universidades del mundo.

“No obstante que su padre era el segundo ganadero de Chihuahua, debido a la moratoria de pagos decretada al estallar la Primera Guerra Mundial, se vio obligado a regresar a su Patria, no sin antes pasar por España, país al que amaba entrañablemente.

“Después de una alegre estadía en la Madre Patria, se embarcó rumbo a Nueva York, reuniéndose con su familia.

En 1922 solicitó su ingreso a la “American Association for Advancement of Science”, la que exigía de los aspirantes a la membrecía la presentación de un trabajo de carácter científico y aunque ya habían transcurrido 17 años desde que Albert Einstein lanzara su demoledora y luminosa teoría de la relatividad,

“eran pocos en el mundo los que en esa época se habían adentrado en ella.  

El opúsculo remitido por Zuloaga fue recibido con aplauso, admitido de inmediato como socio y felicitado calurosamente no sólo por la calidad del trabajo presentado, sino hasta por el inglés empleado, pues la lengua de Shakespeare no guardaba secretos para él.

“Hacia 1923 comenzó a escribir en un diario local artículos periodísticos, cuya serie inauguró con uno titulado “En torno de la Quinta Sinfonía”, en la que hacía destacar con el brillante estilo que le era peculiar, su acendrado amor por el genio y la obra de Beethoven.

“Una de las muchas cualidades que admiraban en esta alma privilegiada era su inmensa devoción por la belleza, pero sobre todo por la expresada en la música, arte en el que Zuloaga distaba mucho de ser un profano,

“pues en su juventud estudió la teoría física y las bases de la composición del divina arte y además, tocaba el piano con gran sentimiento y rara facilidad, entretenimiento al que dio de mano posteriormente, pues la ciencia se enseñoreó de su espíritu y su estudio tesonero absorbió todo su tiempo.

“En la época que precedió a la persecución religiosa se distinguieron sus artículos polémicos en los que campeaban SU FE CATÓLICA, la brillantez del estilo y un valor civil a toda prueba, demostrado en una época aciaga para nuestra Patria,

“en la que la defensa del sagrado derecho de creer y el postular ese derecho a todos los rumbos cardinales, ponían en grave riesgo la vida de quien osaba hacerlo.

En 1928 fue recibido como miembro de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, a la que envió colaboraciones que fueron leídas y comentadas por el ingeniero don Agustín Aragón, de quien fue entrañable amigo, al igual que del licenciado don Manuel Gómez Morín y el también abogado don Aquiles Elorduy, agnóstico el primero, creyente (católico) el segundo y ateo el tercero, lo que hace resaltar la tolerancia y el respeto de Zuloaga por las ideas ajenas, sin que fuera óbice para esa amistad la diferencia de opiniones en materia religiosa.  

“Colaboró en varias publicaciones periódicas, entre las que recuerdo:

“”Proa”; “Actividad”; “Revista Javeriana”, de Bogotá, Colombia; “Ingeniería”; “Voz Nacional” y “La Nación”.

“De los diarios capitalinos sus trabajos vieron la luz en “Excélsior”, “El Universal” y “El Nacional”.

“En su tierra natal fue catedrático del Instituto Científico y Literario (Preparatoria), del Instituto Regional y algunos otros planteles.

“En la capital, a donde trasladó su residencia en 1935, dio cátedras en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma y actuó como investigador de la misma;

“fue miembro de la Comisión Impulsora y Coordinadora de la Investigación Científica, dirigida por el doctor (Manuel) Sandoval Vallarta, entidad científica tan ampliamente conocida que huelgan referencias.

“Como soy totalmente desconocido para el público lector, me permito, aun pecando de inmodestia, transcribirla dedicatoria que autografió sobre un ejemplar de su obra póstuma, a la que, con su modestia habitual, tituló:

“Esbozo de una Cosmogonía Integral”, y que dice así:

“A mi entrañable amigo y compadre Gregorio Prieto, con la alta estimación y cariño de tantos años. El Autor”.

“Vayan pues estos humildes renglones como un sincero tributo a la memoria de este sabio mexicano, el mejor de mis amigos y el más venerado de mis maestros”.


Una página en la historia de la ciencia

Luis López Hermosa y Parra, miembro de la Academia de Ciencias de Nueva York,  también escribió sobre don Pedro Zuloaga:

“Durante años la casa de Pedro Zuloaga (1892-1954), ubicada en la calle Salamanca de la Ciudad de México, fue para muchos científicos e intelectuales de su época la biblioteca personal mejor provista del país.

“En los estantes se podíen encontrar por igual ejemplares de revistas especializadas como “Nature” “Physical Review” o “Cahiers du Physique”, así como aquellas representativas del pensamiento contemporáneo como “Jus”, “Ábside” o la “Revista de Occidente”.

“A lo largo de su vida, Zuloaga reunió un invaluable acervo bibliográfico que delineó su perfil como filólogo, historiador, filósofo, pero sobre todo como físico, y en esa rama del conocimiento la divulgación de la ciencia fue su pasión.

“A Pedro Zuloaga se le recuerda por sus trabajos relacionados con el desarrollo y aprovechamiento de la energía nuclear en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México,

“como vocal físico-matemático de la Comisión Impulsora y Coordinadora de la Investigación de México, de 1943 a 1951,

“y consultor físico del Instituto Nacional de la Investigación Científica, de 1951 a 1954, organismo que sucedió al anterior y predecesor del actual Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

“A punto de iniciar sus estudios de bachillerato en su natal Chihuahua, Pedro Zuloaga comenzó un periplo académico que lo condujo al Distrito Federal, en donde de la mano de Valentín Gama y Francisco Lisci conoció las bondades de la investigación científica.

“Durante varias semanas acompañó a sus mentores por los laboratorios del otrora Instituto Médico Nacional, institución que albergaba algunos de los gabinetes y laboratorios de la Universidad Nacional.

“Aquí decidió, y sin mucho meditarlo, que la física sería la piedra de toque que daría sentido a su desarrollo profesional, por lo que fijó su derrotero en Suiza, Alemania, Dinamarca y los Estados Unidos.

La Europa de Einstein

“Sorteados los escollos familiares, Pedro Zuloaga partió al Viejo Continente. Europa vivía la paz del Tratado de Versalles, y a pesar de la depresión económica de la posguerra, la ciencia se desarrollaba sin grandes contratiempos.

“En el marco de una tutoría académica realizada en Berna, conoció de los trabajos de Albert Einstein sobre la estructura de la materia.

“Impresionado por las teorías del físico alemán, se matriculó en la Universidad de Munich, en donde al cabo de los meses obtuvo del propio Einstein el nombramiento de ayudante de laboratorio.

“De ahí desplegó un talento para la investigación que le valió reconocimiento, por lo reflexivo y meticuloso de su análisis científico.

“A finales de la década de los veinte, fue invitado por el Premio Nobel (de Física, 1922) Niels Bohr para conocer de los trabajos que sobre mecánica cuántica se desarrollaban en el Instituto de Física Teórica de Copenhague;

“ahí pudo corroborar los resultados que Einstein realizaba en Munich sobre la fusión de la materia.

“Pedro Zuloaga denunció la manera en la cual los enconos raciales alimentados por el nacionalsocialismo pasaban de la palabra a la acción…

El camino a Princeton

“En la universidad norteamericana, Einstein escuchó con azoro las noticias de los científicos que huían de Europa y que detallaban el interés del complejo científico-militar alemán por la energía atómica.

“En el transcurso de 1938, Einstein recibió la visita de Zuloaga, quien le entregó una serie de libretas que logró sustraer de Alemania con los resultados de las pruebas de validación que el físico alemán realizó en su laboratorio en Munich.

“Al no tener acceso a esa información, el régimen nazi erró en su cálculo para poder desarrollar la bomba atómica.

“A este respecto, llaman la atención tres artículo publicados por Pedro Zuloaga “La Nación” (órgano de difusión del Partido Acción Nacional):

“Bombardeos Atómicos (edición 95, 7 de agosto de 1943), “Una noticia de Sumo Interés: una posible bomba atómica” (edición 119, 22 de enero de 1944), y “El Proceso de la Bomba Atómica” (edición 201, 18 de agosto de 1945).

“No en vano, en el número correspondiente a marzo de 1933 del “Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística”, don Agustín Aragón escribió un elogio sobre la importancia del trabajo que para aquel entonces ya se conocía del físico chihuahuense:

“… (a Zuloaga) le inspiran talento cultivado y purísimo entusiasmo por la difusión de lo científico fuera del círculo de los profesionales, y darle vida en cuanto a la forma de una exposición acabada y de una expresión feliz y bellísima, reveladora de que su autor está al nivel del estado actual de las ciencias y de las artes.


“En Acción Nacional recordamos a Pedro Zuloaga Irigoiti como miembro fundador del Partido, delegado en la Asamblea Constitutiva de Acción Nacional por Chihuahua, integrante de la Comisión Redactora de los Principios de Doctrina, firmante del Acta Constitutiva y Consejero Nacional”.

(Cf. Luis López Hermosa y Parra, "Pedro Zuloaga: una página en la historia de la ciencia", en revista La Nación, órgano de difusión del Partido Acción Nacional, no. 2296, año 65, agosto, México, 2007, pp. 40-41). 

La estructura de la galaxia


La galaxia es de forma lenticular.
Medidas:
Diámetro:
Espesor:
Distancia de nuestro Sol al centro de la Galaxia
Distancia del Sol al anticentro, o sea, al borde de la Galaxia más próxima a él:
100,000 años luz
20,000 años luz
30,000 años luz

20,000 años luz

En este congreso se trataron puntos de singular importancia para el conocimiento del entorno cósmico donde nos desenvolvemos los seres humanos. 

Es sorprendente que estos conocimientos, tratados en este año de 1942, apenas hasta mediados de los años sesenta fueran empezados a conocer por la mayoría de la gente.

Dice Zuloaga que poco antes del año 1842, Sir William Herschell demostró la figura aplastada del sistema. 

Él mostró que el cinturón de la Vía Láctea o Galaxia no es una verdadera aglomeración de estrellas, o sea, una zona en donde la densidad estelar sea más alta, sino más bien un simple efecto de perspectiva debido a que en ese plano miramos a través de un espesor mucho mayor de estrellas.

Descubrimiento del Padre Hagen


En lo referente a las dimensiones del sistema, apenas en el siglo XX se comenzaron a estimar, y posteriormente se afinaron, en el sentido de reducir el tamaño estimado inicialmente. 

La razón de esto fue el descubrimiento del Padre Hagen, del Observatorio Astronómico del Vaticano, allá por principios de los años veinte, de unas nebulosas oscuras o nubes de polvo que debilitan la luz de las estrellas más distantes (cuando no las extinguen totalmente), haciéndolas aparecer más distantes de lo que en realidad están.

Antes de esto, se creía que las grandes manchas negras que se observan principalmente en la zona de la Vía Láctea, eran verdaderos huecos o ventanas por las que nos asomábamos hacia los confines del Universo.

Ésa era la interpretación que se había dado, por ejemplo, a la gran mancha oscura observada desde tiempo atrás y llamada por los franceses "le Sac a Carbón", (saco de carbón). 

Pero los nuevos métodos fotográficos no dejan lugar a duda de que se trata de verdaderas masas de materia oscura que interceptan la luz estelar.

El fragmento de reporte anterior -relacionado con una pequeña parte de lo tratado en el Congreso de Astrofísica, al que asistió Pedro Zuloaga- muestra una de las tantas facetas que tenía nuestro personaje, 

todas ellas en temas de vanguardia y de un interés singular para quienes pretendan elevar el nivel de conocimientos de la sociedad, y que seguramente era una de las intenciones que tuvo este catedrático al tratar estos temas en la revista La Nación.

Las medidas anteriormente proporcionadas fueron tomadas en otras regiones donde el polvo no es muy denso. 

El centro de la Galaxia se encuentra en la dirección de Sagitario. El anticentro en la dirección de Auriga y Casiopea. Mirando hacia el centro, es tal la acumulación de nubes oscuras, que apenas se puede admirar por algunos claros la gran aglomeración central.

En cambio, en dirección del anticentro la densidad estelar decrece continuamente. Las nubes oscuras persisten y hay razón para suponer que el polvo se extiende más allá del límite de las estrellas. 

Las otras galaxias las podemos ver en su totalidad y son semejantes a las nuestras. Cuando se nos presentan de canto, podemos distinguir una faja negra en su plano ecuatorial, tal si como un anillo de polvo rodeara el filo de la misma. 

Estos trabajos fueron presentados en dicho congreso, afirma Zuloaga, por el doctor Bart J. Bok, jefe de la Oficina de Estudios Galácticos de la Universidad de Harvard; y por el profesor Robert H. Baker, director del Observatorio de la Universidad de Illinois.

En el Congreso, el doctor Mayal completó los datos, diciendo que el Sol se mueve alrededor del centro de la Galaxia con una velocidad de 300 Km. por segundo, da una vuelta completa en 300 millones de años. 

Después hubo una breve mención sobre el Sistema Local, que es un conglomerado de estrellas en la inmediata vecindad del Sistema Solar. Shapley se refirió a las pequeñas sub-galaxias exteriores que rodean a la nuestra, como las Nubes de Magallanes.

Los electrones se asemejan a los pensamientos


Con base en una estadística realizada por Enrico Fermi y Paul Adrien Maurice Dirac, con respecto a la distribución de dos electrones en un recipiente, concluye que sólo hay tres posibilidades, en lugar de cuatro. 

Y se hace una pregunta: ¿por qué cuando dos electrones que están en recipientes diferentes no han de poder intercambiar sus lugares? Dos cosas absolutamente iguales, indistinguibles, ¿son dos o son una sola cosa?

Aquí sugiere: podríamos entonces tratarlos como si fueran pensamientos. Y concluye: Lo que está en la base de la materia, no es materia. Esto es sólo un indicio a donde apuntan las consideraciones de los últimos quince años.

¡Sorprendente! ¿Verdad?

El décimo planeta

De paso, mencionamos que Zuloaga ya habla de un décimo planeta en las inmediaciones de Urano y Plutón (junio de 1942). Esta información se vino a confirmar plenamente hasta 2004 o 2005. Zuloaga andaba algo adelantado para su tiempo. ¿No lo ve usted así?

Algo de filosofía:
Fe y realidad (Junio de 1943)


Aquí Zuloaga nos refiere lo que sucedió en un Congreso de Física, probablemente en la Universidad Nacional. Era la época en que había pocos [físicos]. Tres o cuatro españoles que habían venido a radicar en México con motivo de la Guerra Civil, sustentaron sendas conferencias.

Blas Cabrera, el más ameritado físico de habla española, director del Instituto de Física de la Universidad de Madrid, habló de las partículas primarias en el magnetismo; y Pedro Carrasco, director del Observatorio de Madrid: "Espectrografía y Temperatura Estelar". A estos dos los califica como de sumo interés.

Luego vino García Bacca, quien declaró no ser físico, sino filósofo. Su conferencia, con un título rimbombante: "La evolución de la ciencia física como serie monótona creciente de inventos conceptuales" Estableció tres etapas de la física:

Místico-Religiosa hasta Aristóteles
Natural-Biológica desde Aristóteles
Matemática desde Galileo

Zuloaga se permite objetar esta consideración de Bacca:

Si en la etapa matemática de la física, como dice Bacca, nos hemos emancipado de toda idea religiosa en la explicación del mundo. 

Si la física ha realizado grandes progresos en los últimos siglos porque expulsó a los dioses de su campo, o sea que la etapa matemática corresponde a la etapa atea de ella, entonces: 

¿Por qué Kepler, contemporáneo de Galileo y descubridor de las verdaderas leyes matemáticas del sistema solar, fue astrólogo, lector de horóscopos y, en consecuencia, místico? ¿Por qué Newton escribió libros de teología y en su obra maestra Principia Matemática divinizó al espacio? 

Y así continúa Zuloaga, sugiriendo que no todos los venidos de España por esas épocas eran "intelectuales".

Y además cabe hacer la observación de que en México había hombres como Zuloaga, tanto o más intelectuales que aquéllos. 

Nos hace muchas reflexiones lógicas en este artículo, diciendo que el ateísmo es cosa emocional, tal vez estomacal, cosa de amargados envidiosos o bien de ahítos hedonistas y no guarda relación alguna con el desarrollo de la ciencia física ni de ninguna ciencia.

Cuándo nació el mundo


En lo que sigue tendré que emplear forzosamente algunas cifras muy grandes -escribía en 1944 Pedro Zuloaga en La Nación-, por lo que me serviré del sistema de notación exponencial en potencias de 10... 

En este sistema de notación el exponente, colocado a la derecha del 10 y arriba de la línea, expresa el número de ceros de que debe ir seguida la cantidad que va antes del signo de multiplicar.

El número Cósmico, o número total de partículas elementales que integran el Universo, es 1.574 x 1079, según la evaluación que de él ha hecho Sir Arthur Eddington. Expresado en palabras, este número es un poco más de 1574 trecillones.

Ya en otras ocasiones he dicho que la teoría de la relatividad de Einstein permite calcular la masa total del Universo, o sea la cantidad de materia necesaria para convertirlo en un espacio cerrado, ya que es la presencia de la materia la que determina la curvatura del espacio; 

y si la curvatura es suficiente, el espacio acaba por reentrar en sí mismo, como vuelve sobre sí misma la superficie de una esfera o la circunferencia de un círculo -sólo que en el caso del espacio no podemos representarnos la cosa mentalmente ni por medio de un modelo-. 

Pero para determinar la cantidad de materia necesaria para efectuar el cierre se requiere conocer la densidad con que está distribuida la materia en el espacio, pues a diferentes densidades corresponden diferentes radios del Universo, y la cantidad total de materia es proporcional al radio.

Esta densidad de distribución se conoce, aproximadamente, por las observaciones astronómicas, de modo que ya antes de los trabajos de Eddington se sabía que el número total de partículas debía ser del orden de 1079, es decir, algunas decenas de trecillones. 

En otras palabras, se conocía ya el número redondo o, mejor dicho, grosso modo, aproximado.

...Si se supone, como lo hizo el Padre Lemaitre, que las partículas han tenido siempre la misma masa que hoy tienen, ése habría sido el tamaño del Universo en el primer instante de su existencia. 

Pero si en cambio admitimos que la masa de las partículas ha aumentado como el radio del Universo, entonces todas ellas cabrían en un volumen incomparablemente más chico; 

en realidad bastaría un radio de 167 kilómetros -como de aquí a Taxco- para darles cabida a todas, sin que la densidad excediera del límite permitido, que es unos dos billones de veces más alto que la densidad del agua.

Este límite de densidad no es todavía el que correspondería a las partículas puestas en absoluto contacto; pero hay otras razones por las cuales el Universo no habría podido empezar su vida con un radio más chico.

Esas razones son que la longitud de onda del protón -con la masa que entonces tenía- no habría cabido en el radio del Universo; 

y que su periodo vibratorio resultaría más largo que el tiempo transcurrido; es decir, que aún no había transcurrido suficiente tiempo para que se efectuara una vibración completa de una de esas partículas y, por tanto, no podrían existir.

En mi hipótesis, el Universo empezó a existir como entidad física algo así como 1/1800 de segundo después del FIAT. 

(Si es que se puede hablar de antes y después cuando el tiempo físico aun no empezaba a transcurrir. Pero en fin, tenemos que interpretarlo como algo equivalente al tiempo en la Mente Divina).

Zuloaga se anticipa a grandes científicos


El 11 de diciembre de 1950 La Nación publicaba un interesantísimo artículo en el que señalaba que dos sabios ingleses coincidían con las tesis de Pedro Zuloaga y producían conmoción con una audaz teoría sobre el Universo: 

el científico mexicano elaboró un folleto donde exponía su teoría cosmológica (de la que La Nación publicó algunos "avances"); pero los "sabios" de casa esperaron la coincidencia con los físicos ingleses.

Según la teoría de la relatividad de Einstein, el espacio cuadridimensional (tres dimensiones más tiempo) es en cierto sentido "curvo" y su curvatura y, por tanto, sus dimensiones, dependen de la cantidad de materia que hay en él. 

Si se agregase más materia el espacio tendría que ensancharse, arrastrando con él las galaxias.

¿Por qué no, preguntan Bondi y Gold, calcular cuánta materia habría que agregar para hacer que las galaxias se alejen a la velocidad observada?

La respuesta arrancada de las profundidades matemáticas fue muy sencilla. Un átomo de hidrógeno, calcularon, debe sumarse a cada litro de espacio cada mil millones de años.

(Don Pero Zuloaga calcula que se requiere sólo el equivalente de un átomo de hidrógeno por cada doce litros de espacio, cada dos mil doscientos sesenta millones de años. El traductor).

Hoyle, trabajando en el mismo problema, lo planteó desde el extremo opuesto. Al calcular cómo se forman las galaxias, partió de la premisa de que todo el espacio está lleno de hidrógeno muy tenue, cerca de un átomo por pulgada cuadrada. 

El gas se vacía, naturalmente, cuando se condensa para formar las galaxias. En esta forma calculó cuánto hidrógeno hay que suministrar para sostener la formación de galaxias.

Su respuesta se acerca mucho a las de Bondi y Gold. Este cotejo convenció a ambos bandos de que la "generación continua" de hidrógeno en el espacio es un hecho real.

En La Nación del 11 de diciembre de 1950 -escribe don Pedro- apareció una extensa exposición de la nueva teoría cosmológica de los jóvenes cosmólogos ingleses Lyttleton y Hoyle, y Gold y Bondi, de la Universidad de Cambridge; 

la teoría que tanto revuelo ha causado en los medios intelectuales de su país y aun entre el público británico en general. 

Y la Redacción de esta revista me hizo el favor de señalar, en el encabezado, la coincidencia de la nueva teoría con la concepción cosmológica que yo he venido preconizando desde hace varios años. 

Pero aparte de la coincidencia, que es fundamental, creo necesario señalar también las diferencias, que son muy grandes...

Los cosmólogos ingleses comentados logran retener en cierto modo la fijeza del Número Cósmico suponiendo que, en un tiempo dado, desaparece del "mundo de la percepción", un número de partículas igual al de las que se crean en ese mismo tiempo. 

Algo así como una fuente que continuamente se estuviera derramando. Un mundo así no tendría principio ni fin, ni objeto ni finalidad. Sería una pesadilla.

Cabe señalar que, en 1983, Fred Hoyle sorprendió al mundo con la publicación de un libro sensacional: El Universo inteligente, en donde apunta la necesidad de la existencia de Dios. 

En este libro, Hoyle reconoce las dificultades de su teoría del Universo estacionario hasta el punto de abandonarla. Hoy en día casi todo el mundo supone que el Universo comenzó con el Big-Bang o teoría del Universo en expansión.

El fin del mundo


El mundo tuvo un comienzo y tendrá un fin -escribía Pedro Zuloaga en 1950-. 

La necesidad de un comienzo se desprende ya del aumento de masa y de radio del Universo, puesto que si se retrocede lo suficiente en el tiempo se llegará a un punto en el que radio y masa eran nulos.

De hecho, ni uno ni otra eran nulos en el instante inicial, pero sí muy pequeños, 127 trillones de veces menores que en la actualidad. (Esta cifra la impone la condición de la "máxima densidad admisible". 

Porque el Universo se va vaciando: a pesar del aumento incesante de masa, su densidad va disminuyendo, ya que la masa aumenta como el radio, mientras que el volumen aumenta como el cubo del radio). 

Y la misma condición fija el valor del tiempo transcurrido: 2,260 millones de años.

La educación laica es insuficiente y 

la ciencia no basta para educar


La ciencia evoluciona continuamente. Ninguna de sus afirmaciones es definitiva. Sería difícil hallar una sola doctrina científica de las que se enseñaban hace un siglo (en el siglo XIX) que retenga hoy su validez -reflexionaba en 1950 don Pedro en La Nación-.

Por otra parte, la ciencia no pretende saber nada de las causas primeras ni de los fines últimos. No es ése su campo. 

Sus métodos han sido ideados para descubrir las causas segundas y los resultados inmediatos, y son totalmente inadecuados para el estudio de los problemas fundamentales.

Pero es en torno de esos polos -el de los orígenes y el de las postrimerías- donde por fuerza tiene que girar toda la conducta humana, la de cada momento, la de toda la vida:

En consecuencia, la ciencia jamás puede pretender usurpar el lugar de la religión y de la moral en la educación.

…Las dos limitaciones de la ciencia arriba señaladas -su provisionalidad y su incapacidad de atacar los problemas fundamentales de la existencia- no restan nada a su utilidad. Ni es denigrante para la ciencia decir de ella que no sirve para lo que no puede servir.

Sirve, en cambio, para muchos fines útiles; no el menos importante de los cuales es limpiar el espíritu de sus genuinos cultivadores de las telarañas que ofuscaron el criterio de los redactores del artículo 3º constitucional.

...Y esta última actitud es precisamente la que asumen los gobiernos que proscriben de sus programas educativos la instrucción religiosa. 

Su laicismo, su aparente imparcialidad, es en realidad un medio muy eficaz para tomar partido en contra de la religión y de su influencia moralizadora... El conflicto socava la autoridad de la familia y su ascendiente moral.

... en la práctica, el laicismo se traduce siempre por una declarada hostilidad hacia la religión y hacia la influencia familiar... El laicismo es hijo del estatismo, del afán del Estado de subyugar al individuo... 

Escudarse tras la ciencia para proscribir la enseñanza religiosa es una hipocresía, sin perjuicio de ser un desatino.

... Ni siquiera la filosofía puede suplantar a la religión en la educación, porque la filosofía también está sujeta a modas, a la influencia del "Zeitgeist" -el espíritu de la época- y aun a la buena o mala digestión o presión sanguínea de cada filósofo. 

Y lo que el hombre necesita, tanto en sus decisiones trascendentales como en las más nimias de su vida diaria, son principios fijos, no temas para debates académicos.

...Los países que han sido modelo de democracia en los tiempos modernos -Suiza, Inglaterra, los países escandinavos, los Estados Unidos-, mientras en ellos ha florecido la democracia han otorgado lugar prominentísimo a la educación religiosa, incluso en los planteles oficiales.

..El campo de la ciencia y el de la religión están perfectamente delimitados. No hay por qué inventar conflictos donde no los hay. Pero en la legislación, como en la práctica de la gobernación, debe ponerse el énfasis donde toca, en el aspecto eterno, en el sentido religioso de la vida.

El marxismo, causa del atraso científico en la URSS


Piotr Kapitza, el eminente físico ruso, discípulo de Rutherford y actual jefe de la Oficina de Investigación Científica de la URSS -escribe Pedro Zuloaga en 1946-, valido tal vez de su alta posición -pero más probablemente del cambio doctrinal que, según dicen, 

se está operando en las esferas oficiales soviéticas- se ha atrevido a señalar con toda claridad, en un discurso, la causa del atraso de la ciencia soviética con respecto a la de los países burgueses. Esta causa es la doctrina marxista.

...El marxismo sostiene que el único valor de tales conocimientos reside en la posibilidad de aplicarlos al mejoramiento de las mismas condiciones económicas. 

Todo conocimiento, por tanto, que no sea susceptible de tal aplicación -por lo pronto o en definitiva- es completamente inútil.

Difícil sería imaginar una tesis más anticientífica que ésta; como que con ella la ciencia nunca habría podido nacer. 

Hay principios científicos que no han venido a encontrar aplicación práctica sino dos mil años después de descubiertos, al paso que otros todavía no la encuentran, y tal vez nunca encontrarán.

Pero sin el puro afán cognoscitivo, sin el anhelo filosófico de saber por conocer la posición del hombre en la totalidad de lo existente y su destino final, ni esos principios, ni los que han hallado aplicación utilitaria, habrían podido descubrirse nunca.

...La ciencia soviética ha estado viviendo del capital que le legó la ciencia burguesa, sin redituar nada. Existe, es cierto, en la URSS una intensa actividad científica sostenida por el Estado; pero es toda ciencia aplicada, no hay ciencia descubridora. 

Y es que la ciencia descubridora es peligrosa para el marxismo, como lo es para todo dogmatismo cerrado, circunstancial y meramente humano.

...Personalmente, recuerdo con cierta regocijada complacencia las burlas de que fui objeto hace apenas siete años de parte de los marxistas cimarrones, porque hice ver en un librito mío la inaudita trascendencia de los nuevos estudios atómicos -en todos los órdenes, incluso y, sobre todo, en el filosófico-.

Un marxista no podía, naturalmente, conceder que algo importante se descubriera después de muerto Marx. Su dogmatismo de topos los paraliza, los inutiliza para todo esfuerzo intelectual. 

Para ellos, todo lo que no sea barajar una y otra vez los acedos conceptos de su biblia es vana divagación. Hacía falta un resultado material de la nueva ciencia -único que ellos alcanzan a comprender- para limpiarles las lagañas.

Por cierto que Stephen W. Hawking, el gran científico del siglo XXI, en su célebre Historia del Tiempo, señala el determinismo científico de los marxistas.

Y en otro artículo del mismo año, don Pedro señalaba:

La duración absoluta de la vida es cosa bastante indiferente; lo que importa es el modo como se la emplea. La vida de veinte años de Galois, el autor de la teoría de los Grupos, o la de 31 de Schubert, valen más que las de todos los presuntos matusalenes soviéticos. 

Un marxista, aunque viva 150 años, habrá desperdiciado su vida; y es más triste desperdiciar una vida larga que una corta.

Una pincelada sobre el problema agrario de México


El problema es diferente en cada país -respondía don Pedro en la entrevista que le hacía Luis Calderón Vega para La Nación del 31 de marzo de 1945-. 

Y las soluciones que en algunos países se le ha dado han sido a veces inesperadas y sorprendentes. 

Grandes extensiones de terreno reputadas antes como inservibles -por aridez o por exceso de humedad, por la calidad salitrosa o arenosa de las tierras, etc., etc.- han resultado apropiadísimas para determinado género de cultivo, quizá desconocido hasta entonces; 

ya que, como es bien sabido, las plantas son admirablemente maleables y se pueden realizar con ellas verdaderos milagros de adaptación, aclimatación, prolificación de nuevas especies o variedades, injertos y cruzas, etc.

Para no citar sino un caso entre mil, no hay más que ver lo que nuestros vecinos han hecho en diez o doce años con la humilde plantita ceniza de nuestros más desolados desiertos del Norte, el guayule; 

han sacado tal partido de ella mediante selección y cultivo -en tierras áridas, como es la de su origen- que hoy constituye su mejor esperanza de emanciparse del hule extranjero.

Traductor del Diccionario Enciclopédico de la 

Fe Católica


La editorial JUS acaba de publicar una magnífica versión castellana del The Catholic Encyclopedic Dictionary, editado en Londres por Donald Attwater. 

Este diccionario es famoso en los países de habla inglesa por su riqueza y precisión. Y los traductores mexicanos, Pedro Zuloaga y Carlos Palomar, han realizado una hazaña de adaptación que constituye un gran servicio a México -escribía Alejandro Avilés el 6 de diciembre de 1953 en La Nación-...

Los traductores mexicanos, por su parte, no necesitan presentación en nuestro medio: los nombres de Pedro Zuloaga y Carlos Palomar son garantía, y fueron eficazmente auxiliados por especialistas en las diversas materias, tal como el maestro Miguel Bernal Jiménez, por lo que toca a música litúrgica. 

Colaboraron también estrechamente los censores eclesiásticos Sres. Canónigos Lic. Don Jesús García Gutiérrez y el Dr. Don Octaviano Valdés.

La edición española no se concreta a traducir los artículos que aparecen en la inglesa, sino que agrega nuevos artículos, hechos por escritores mexicanos, que amplían grandemente temas como la vida y obra de Santo Tomás de Aquino, San Ignacio de Loyola y la Compañía de Jesús.

La eficacia de la obra se demuestra con sólo consultar los temas que primero se ocurran. 

Nosotros hicimos la prueba consultando un asunto de gran actualidad, como lo es el Dogma de la Inmaculada Concepción, cuyo primer centenario será celebrado en el Año Jubilar que principia el 8 de diciembre. 

La respuesta nos dejó totalmente satisfechos... de manera que el Diccionario se convierte en un sistema coordinado de conocimientos.

La editorial JUS ha hecho un gran servicio a los lectores de nuestra lengua con la cuidadosa versión de esta Enciclopedia, que además tiene la ventaja de estar en un solo volumen de seiscientas páginas y al alcance de todos los bolsillos.

Don Pedro


Pueden los estudiantes sentirse orgullosos -escribía Miguel Castro el 13 de mayo de 1944 en La Nación-, pues a ellos cupo la gloria del "descubrimiento". El Congreso de la Confederación Estudiantil en Querétaro -1937- fue el escenario.

En medio de la acalorada discusión de los más graves problemas sociales y de los tumultuosos de la política estudiantil, contemplaban a los universitarios la muda figura de aquel hombre de Chihuahua, alto y huesudo, de quien se decía que era un sabio.

Puntualmente se presentaba a las sesiones y, con la vista fija en el suelo, inmóvil en su asiento, parecía guardar o la más concentrada atención, o la más profunda distracción. 

Todos esperaban "algo" de él, sin que nadie pudiera precisar qué cosa; porque don Pedro Zuloaga no había pronunciado aún una sola palabra.

Un día habló al fin leyendo un manuscrito garrapateado la noche anterior a instancias de un grupo de impacientes y eficazmente ayudados por la generosa y entusiasta mujer del sabio. Y aquello fue el delirio.

Los congresistas y el público de pie, ovacionaron inacabable-mente al hombre que temblaba junto al micrófono. 

En aquel manuscrito leído con alterada voz de emoción había trazado don Pedro el esquema de "La bancarrota del materialismo en la ciencia", uno de los libros que mayor y más violenta polémica hayan despertado en México en los últimos años. 

Cosa que siempre ocurre cuando hace algo este "mudo elocuente".

De entonces acá ha corrido el tiempo y Zuloaga se ha perfilado como uno de los más claros, penetrantes talentos mexicanos. 

Hoy vuelca en escritos científicos todo lo que estudiara en las mejores universidades de Europa. Y cumple valeroso, contundente, preciso, en la lucha de ideas sociales...

Al llegar, lo habíamos visto tecleando afanosamente en su máquina de escribir: traducía del inglés una obra del gran jesuita mexicano don Jaime Castiello.

Días antes había salido de esa misma máquina otra soberbia traducción: "El hombre Job", de un gran pensador alemán, Peter Lippert, S.J., próxima a aparecer en las prensas de la editorial JUS. Y esperaban además los artículos para los diarios y las revistas...

Igualmente, en la mencionada entrevista con Luis Calderón Vega, se le describe así:

Callado, continuamente callado; baja la mirada, hundida la barbilla en el pecho; entrelazados los dedos de las manos estáticas que, al andar, marcan monorrítmica oscilación que fuera, en otro, de cansancio de vida, recuerda la imaginada figura de José Enrique Rodó, en sus últimos años, y mucho, también, la que el propio escritor elegantísimo nos da de su personaje de la bohemia inconclusa. Albatros, el del paso grotesco, el de fineza excepcional de alma.

Una suave sonrisa, a veces, irónica, ilumina el rostro de don Pedro. Sí, irónica, pues la picaresca le bulle juvenilmente en el cerebro incansable, en marcha continua, en evolución constante. 

Tan constante, que tiene que ser así en lo externo: estático, para alimentar el dinamismo espiritual que tiene dos admirables direcciones precisas y, al parecer, antagónicas: lo científico y lo poético.

Mirado por el ángulo del científico, don Pedro Zuloaga nos da la impresión del antiguo sabio; pero sin aquel matiz del positivista, peculiar en el antiguo. No. Don Pedro no es positivista. Su "Bancarrota del materialismo en la ciencia" lo demuestra. Por el contrario, navega él hacia mundos de espiritualismo, casi sin fronteras.

Tal vez recuerde el lector de La Nación las objeciones que "Licosgos", de Morelia, hizo en cierta ocasión a alguno de los artículos que don Pedro escribió en su sección magnífica "Ciencia", de esta revista (La Nación). "Licosgos" objetaba precisamente de exagerado idealismo algunas tesis filosóficas de don Pedro Zuloaga.

Mas, sea de ello lo que fuere, el sabio que es él, escapa afortunadamente al tipo enlevitado y de chistera, lector incansable y memorista furibundo de todas las obras científicas, con especialidad en Bacon, que eran nuestros sabios siglos XIX. 

Más que de sabiduría -en aquel equivocado sentido diecinuevesco- don Pedro posee cultura, y es un investigador científico. Le arrastra la física y la matemática y nos ha dado concepciones extraordinarias del concepto moderno de los principios generadores de estas ciencias.

Porque acude a las fuentes altísimas de la matemática, por eso sabe también encender sus ideas y sus palabras en las altas zonas de la poesía. 

Don Pedro Zuloaga es también un poeta. No en el sentido del escritor, inspirado o no, de versos, sino en el genuino de decir las cosas con belleza elegantísima. 

Entre la matemática y la poesía se desenvuelve el uso de la cultura de don Pedro Zuloaga, con matices de enorme interés...

Poeta y matemático es, en un difícil consorcio, porque es, sobre todo, realista, vidente de las cosas nuestras, investigador del ser mismo de nuestras propias esencias nacionales. 

Por eso también conoce nuestros problemas. Y, el agrario, especialmente, sabe tratarlo con calor, con cariño patriótico.

Austeridad y trabajo


Nos hemos presentado en su casa, austera, modesta, en callecita encerrada, como es la de Salamanca. Al entrar, pensamos en el contraste: una casita pequeña para el hombre; un prestigio sin fronteras para el sabio. 

Prestigio que a todo mexicano que viaja hacia el sur, le sale al paso. Las revistas científicas de Norte y Sudamérica se disputan contar a don Pedro Zuloaga como colaborador.

Nada de vanidad, nada de ostentación, y menos en estos momentos en los que el PAN ha alcanzado el poder político. 

Don Pedro Zuloaga es más que un sabio, es un modelo de panista a seguir, firmante del Acta Constitutiva del Partido Acción Nacional en 1939, delegado por Chihuahua e integrante del primer Consejo Nacional, comprometido siempre por el bien común, anclado en un profundo amor a México que nos enseña la manera de llevar a la práctica el lema universitario del Rector Manuel Gómez Morín: “Austeridad y Trabajo”.

Te alaba, oh Supremo Hacedor, la grandiosa y santa canción del Universo: el cielo, la tierra, miríadas de estrellas y la oración de los corazones fervorosos.
Ludwig van Beethoven